Semana 205_2 Tetsuo's Body

Tetsuo’s Body

con obra de Michele Bazzoli, Matteo Gatti, Ayako Hirogaki, Francesco Pacelli, Andrea Samory

Curaduría por Andrea Samory

Texto de Marcello Barison

@Nine Hours Hotel Takebashi, Tokio, diciembre de 2019.

Fotos de Martin Holtkamp y Maaserhit Honda

 
 

A partir de finales de los años setenta varios fenómenos económicos, sociales y políticos contribuyeron a crear una tendencia cultural "distópica", especialmente en el campo del cine y los cómics, donde el mundo futuro no está representado como el efecto de un desarrollo idílico a un nivel tecnológico alto, pero como un infierno de terror donde el aumento del progreso científico va de la mano con las pesadillas de una sociedad nihilista y manipuladora. Se pueden citar muchos ejemplos, desde las distorsiones post-apocalípticas de la saga Mad Max (1979) hasta la civilización desorientadora de Blade Runner (1982), pasando por los dibujos de Xenomorph (1979) de H.R. Giger.

 
 

En el final de la película Akira (1988), el cuerpo del personaje Tetsuo se convierte en una gran ameba sin forma y tentacular capaz de envolver todo el universo, mientras que en eXistenZ (1999) de David Cronenberg, el cyberpunk se integra morfológicamente con lo orgánico y lo orgánico. todo se convierte en un sistema de conexión tanto real como virtual. En todos estos casos, el factor determinante es que el elemento distópico, a la vez perturbador y destructivo, se manifiesta por una deformación del cuerpo.

 
 

Es, por lo tanto, dentro de esta realidad de biohorror que la exposición colectiva del cuerpo de Tetsuo investiga cómo la corporalidad podría verse afectada, remodelada y multiplicada por la división histórica que está sufriendo una generación entera: por un lado, el catastrofismo ambiental y político del presente, y por otro, la promesa casi fideísta de un futuro completamente redimido por la tecnología. Atascado en el medio, la carne se deforma por estas dos perspectivas morbosamente retóricas y poco realistas.

La "teoría de ensamblaje 2.0" * desarrollada por Manuel De Landa, es decir, la tendencia a ensamblar partes anatómicas aparentemente no relacionadas: partes anatómicas simuladas, elementos inorgánicos, estructuras vegetales y animales, dispositivos digitales, instrumentos, ampliaciones celulares proliferativas, telas y herramientas de diversos tipos, etc.- parece definir el cuerpo polimórfico-distópico tal vez de la manera más precisa.

 
 

La propuesta de De Landa establece una distinción muy clara entre organismo y ensamblaje. Ambos indican entidades producidas por la unión integrada de partes heterogéneas, pero a diferencia del organismo, un ensamblaje también incluye la posibilidad de incorporar cualquier tipo de componente cósmico, por lo tanto también inorgánico.

 
 

Todo, desde la molécula hasta el ecosistema, puede concebirse como un ensamblaje. Además, el ensamblaje es el resultado de una operación de enclavamiento, confusión y montaje que une manteniendo las distinciones. La síntesis material del ensamblaje, de hecho, es una simbiosis extrema entre elementos vivos y no vivos, inculcando en el material, no sin ironía, un deseo de un futuro que a veces tiene el carácter de pesadilla.

Del mismo modo, el ensamblaje emerge en la exposición fuera del sitio como un ecosistema de plástico loco que produce conexiones inesperadas y deformadas dentro de las vainas prístinas e idénticas de un hotel cápsula en Tokio. La apuesta, como en el proyecto del Cuerpo de Tetsuo, no es proponer jerarquías lineales o filiaciones, sino contaminar objetos y miedos, inventar y propagar, a través de una extensión polimórfica y distópica del cuerpo, una epidemia incurable de materia.

 
 

* Manuel De Landa, Una nueva filosofía de la sociedad: teoría del ensamblaje y complejidad social (2006); Teoría del ensamblaje (2016)





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