La máquina hace arte con el hombre

Por: Noemi Flores Dimas

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¿Se podría pensar en una relación artística entre el hombre y la máquina que vaya más allá de usar como herramienta a esta última? ¿La máquina se ha convertido en artista? En este ensayo se abordará una posible respuesta comenzando por una problemática de la condición humana.  Muchas veces se ha argumentado que el hombre de hoy es una máquina. Que vive en la cotidianeidad al mil, que hace las cosas por deber, que en automático come, duerme, trabaja. Que ya no piensa ni siente y casi no respira, incluso hoy se ha pensado que las enfermedades que más nos arrasan son causadas por el estrés, por esa vida que se lleva. Entonces: ¿es el hombre ya una máquina y no un hombre? y ¿qué tiene que ver esto en el arte?

Bien, primero es conveniente pensar al hombre y a la máquina, definiciones en las cuales no ahondaremos mucho. La Real Academia Española (RAE, 2017) define a la máquina como “Artificio para aprovechar, dirigir o regular la acción de una fuerza o Conjunto de aparatos combinados para recibir cierta forma de energía y transformarla en otra más adecuada, o para producir un efecto determinado.”  (RAE, 2017). Mientras que De la Mettrie en su libro El hombre máquina, hace dos referencias importantes, la primera dice que “El cuerpo humano es una máquina que pone en marcha sus propios mecanismos: viva imagen del movimiento perpetuo.” (De la Mettrie, 1961, p. 38)  y la segunda es casi un poema en donde describe el momento del sueño pero también una parte del alma, “[…] el alma se torna blandamente pesada con los párpados y se sumerge con las fibras del cerebro: se torna así poco a poco paralítica con todos los músculos del cuerpo. Éstos no pueden ya sostener el peso de la cabeza; aquélla (el alma) no puede sostener el fardo del pensamiento […]” (De la Mettrie, 1961, p. 39) con estas referencias, De la Mettrie define al hombre como un compuesto de dos entre máquina y alma, donde la máquina es el cuerpo y el alma el pensamiento y sensibilidad. Para clarificar esto tendríamos que citar casi todo el texto de Mettrie, sin embargo sus puntos clave han quedado establecidos.

Quisiera manifestar entonces que el hombre realmente puede ser una máquina, no exactamente su cuerpo como lo menciona Mettrie, sino su mente. Esto significa que el hombre vive de forma automática y ha dejado atrás esa capacidad de moverse por su sensibilidad, de guiarse a través del alma que Mettrie indica.

Conforme los párrafos anteriores se me ocurre proponer una pieza de arte generativo donde se intercambia el rol de nuestros actores, el humano como máquina y la máquina como artista. Es importante saber que el arte generativo podemos definirlo como: “Cualquier práctica artística en donde al artista use un sistema, como un conjunto de reglas del lenguaje natural, un programa de computadora, una máquina, o demás invenciones de procedimientos, el cual pueda ser echado a andar con algún nivel de autonomía contribuyendo con o resultando una obra de arte completa.”  (Galanter, 2003, p. 4)

En este caso, mi propuesta va sobre una silla de masajes. Una silla de masajes es un objeto casi nuevo. Fue inventado para el hombre estresado, para el que no tiene tanto tiempo. La silla en sí es un equipo autónomo, trabaja a través de una programación automática, sabe qué hacer y con qué intensidad, durante cuánto tiempo y de qué forma, sólo hay que activarla (igual que cualquier máquina).

Sin embargo, no es silla masajista si no da masajes, si no tiene alguien a quien masajear, por lo tanto, si la silla no da masaje, entonces no está generando nada, ¿en qué momento entonces puede generar? Evidentemente cuando un hombre se sienta y deja que la silla haga su trabajo, lo único que éste debe hacer es prenderla y sentarse. Después de un tiempo, es muy probablemente el hombre se relaje, estimule la parte sensorial de sí, vuelva a sí mismo como otra persona y de repente, cuando se levante, será la obra de arte de la silla, la silla generará en él una pieza, ella sola.

El hombre es una máquina (teniendo en cuenta las descripciones que adjuntamos a cada término hace unos párrafos) que necesita des-maquinizarse, necesita regresar a ser hombre, y puede ser muy ingenuo que otra máquina lo ayude, sin embargo es el entorno que él mismo ha creado. Él mismo ha hecho para su disfrute lagos artificiales, playas artificiales, y todo tipo de cosas que puedan ayudarle, no es tan descabellado pensar que una silla de masajes pueda crear una pieza a través de un hombre estresado. Es como un círculo vicioso, la silla misma es una pieza de arte, es un objeto creado por el hombre para el hombre, pero no da cuenta de que la silla también genera al mismo hombre en todo momento. Podríamos hablar incluso de un tipo de escultura, porque lo moldea (literalmente) y así el hombre termina siendo otro, termina con un poco menos de máquina en sí mismo, puede ser que se llame o no obra de arte a sí mismo, y artista a nuestra susodicha.

Esto nos lleva al debate de nuestro texto, ¿puede la máquina ser artista y el hombre el material?, desde el punto de la máquina y el arte generativo, sí, desde el punto del hombre, no. Porque hasta ahora no se ha sabido de alguna máquina que actúe por sí sola que sea completamente autónoma como nosotros. En El País (2017), periódico online, existe un texto que pone en tela de juicio la creatividad de un robot:

“¿Puede escribir poemas una máquina? La pregunta se amplía más allá de los versos, al arte en general. ¿Existen, o pueden existir, las máquinas artistas? […] La pregunta es si lo que hacen es verdaderamente creativo. Y eso depende de lo que entendemos por creatividad o de qué tipo de creatividad hablemos.”  (El País, 2017)

No sólo es la automatización la que nos diferencia de las máquinas, sino la parte sensorial. Aún así han existido personajes que han intentado crear máquinas con alma. Tomando como base el arte generativo, podríamos decir que sí, que las máquinas tienen todo el poder de ser artistas porque a pesar de que su creatividad es automatizada (en el sentido en que responden a los algoritmos que contienen), digamos que nosotros respondemos también a esos algoritmos a los que llamamos código social. Puede ser entonces que el arte generativo sea el camino de la máquina para ser artista y que nuestra silla de masajes sea una escultora, porque además no está creando un simple objeto, está provocando emociones y sensaciones en su propia obra (nosotros), eso da cuenta de las variaciones y procesos infinitos que debe tener un objeto de arte generativo.

Un ejemplo muy innovador sobre esta discusión es el compositor Lamus, un ordenador capaz de crear música sin la ayuda del hombre, lo único que Lamus tiene, son los conocimientos básicos sobre la música, teoría musical de composición, entre otras. A partir de ello Lamus ha compuesto sus piezas, y no es que haya necesitado siquiera inspiración, lo cual sería un enorme ejemplo de la incógnita sobre la creatividad de una máquina. Aunque, ¿deberíamos hablar de creatividad dependiendo de los estándares de ellas o de nosotros? En este caso la máquina se ha convertido en un artista, probablemente sin alma, pero es un objeto capaz de crear otro objeto con entera autonomía.

Como conclusión, este texto sugiere que el arte generativo puede ser el camino (tal vez aún no correctamente establecido) para que la máquina pueda ser el artista. Sin embargo, habría que continuar con el debate entre la inteligencia artificial y el hombre, lo que nos diferencia de la máquina y lo que nos hace especiales en comparación con ella y todo lo demás. En el ego del hombre se ha plantado la idea de convertirse en creador y dador de vida más allá de los instintos que la naturaleza nos ha otorgado. En su juego por llegar a ser Dios y dar vida a otros, el hombre siente también un miedo inmenso a ser rebasado y conquistado por su propia creación. Podría emerger de aquí una discusión filosófico-moral que ponga en tela de juicio los valores del hombre y su afán por crear, al mismo tiempo que su conocimiento sobre el espíritu, alma, conciencia, de sí mismo, y entonces podremos preguntarnos ¿necesitamos máquinas con alma?, ¿la máquina es verdaderamente el futuro del hombre?

En el campo del arte la máquina comienza a ser bastante explorada, y con Lamus podemos comprender que es un ejemplo de la anulación de la máquina como una herramienta, sino como un ser completamente autónomo. Pero pensando en todos los aparatos que tenemos (como la silla de masajes), ¿cuántos de esos objetos nos convierten en su obra de arte?

 

Referencias

De la Mettrie, J. (1961) El hombre máquina. Buenos Aires: EUDEBA

Fangul, S. (2017) “¿Puede una maquina pintar como Picasso?”, El Pais, 19 de Abril. Disponible en: https://elpais.com/elpais/2017/03/27/talento_digital/1490615561_931227.html [Consultado el 13-05-2018]

Galanter, P. (2003) What is Generative Art? Complexity Theory as a Context for Art Theory. Interactive Telecommunications Program. New York University, New York, USA.

Hipertextual (2012) Lamus, el ordenador capaz de componer música clásica. Disponible en: https://hipertextual.com/2012/07/lamus-el-ordenador-capaz-de-componer-musica-clasica [Consultado el 13-05-2018]

Lobato, J. (2014)  “Arte generativo: antecedentes y perspectivas”, La hoja de Arena. Disponible en: http://www.lahojadearena.com/arte-generativo-antecedentes-y-perspectivas [Consultado 13 - 05- 2018]

Real Academia Española (2017)