El cuerpo de la imagen

Por: Michel González

 
Distortion 49 (1933), André Kertész

Distortion 49 (1933), André Kertész

Introducción

Este texto elabora un análisis sobre las prácticas y representaciones del cuerpo en el entorno de las artes visuales, haciendo un recorrido por los principios de la imagen, en su creación analógica y su tránsito a lo digital, tomando en cuenta factores como lo son el movimiento - mismo que se integran con el video - y la temporalidad - que es un elemento latente en el performance o en el acto -.

Comienzo preguntándome: ¿qué sucede dentro de una imagen? en ella existe un lugar de transformación donde se desarrolla un proceso de reestructuración, a partir del cual, lo que aparece es una transposición del objeto representado; desplazado en el tiempo y el espacio, donde la forma es una herramienta de exploración a través de la mirada del espectador.

Una de las principales propuestas en este ensayo parte de la premisa: la imagen se experimenta a partir de la mirada, punto de referencia desde el cual existe una suerte de reconocimiento y exploración más allá de los límites físicos. La mirada nos ofrece el referente desde el cual experimentar al cuerpo, más allá de su carne, experimentándose a partir de los otros. En un sistema de interrelaciones que supera la noción de cuerpo como unidad. Este ensayo tiene como objetivo indagar en la relación que se desarrolla con las imágenes a partir de nuestro propio cuerpo, de tal modo que es otro con el que chocamos, “el cuerpo de la imagen” se construye mediante su contacto parte de nuestra mirada y tiene lugar en nuestra percepción.

 

Construcción de una perspectiva acerca de la percepción

Mediante la teoría de la Gestalt quedó patente que el mundo requiere un juego recíproco entre las propiedades aportadas por el objeto y la naturaleza del observador (Arnheim, 1979). Es lo que sucede entre una imagen y el espectador: una especie de intercambio en el que cada uno aporta parte de sí para que se cree un sistema de percepción.

En este sentido, la imagen funciona como una herramienta que formula un nuevo método de experimentación del mundo. Judith Butter afirma que la corporalidad no es la condición estática del sujeto; sino parte constitutiva de su ser, materializado en virtud de la performatividad de sus prácticas corporales.

El mundo real se interviene a través de la simultaneidad de espacios. Es así como se forja una nueva relación entre los productos visuales y el espectador. A través de sus diversas manifestaciones, se pueden construir nuevas experiencias estéticas, mismas que culminan en experiencias sensoriales en el cuerpo.

Ello define nuestra relación con las imágenes, a través de la cual hemos sido capaces de utilizarlas como un medio de experiencia. Es decir, poder sentir a través de lo que se puede ver. Para J.T. Mitchell, las imágenes son una entidad imaginaria, una construcción que parte de un sistema de interpretación.

 

Una perspectiva sobre el cuerpo

Esta exploración sobre el cuerpo consiste en considerarlo más allá de una unidad.

Basándome en autores como Bataille y M. Ponty, encuentro que el cuerpo es, en su interacción con el mundo y, a su vez, con los demás cuerpos que lo componen, susceptible de apreciarse más allá de sus límites físicos, más allá de su carne experimentándose a partir de los otros.

Ahora que las imágenes son participantes, es en el encuentro que nos experimentamos a través de ellas; es en nuestro reconocimiento que articulamos un pensamiento. Y generamos una nueva forma de pensar el cuerpo, más allá de los límites de la carne; más que una unidad, como un objeto en desarrollo.

Artistas anteriormente han reflexionado sobre los límites del cuerpo, y lo podemos observar en obras de fotografía; como en la imagen de André Kertész, en su serie: Distorted. Obra en la que el artista aporta un discurso visual que despierta una interrogante: ¿cómo se genera un cuerpo al aparecer en imagen?

 
Distortion 51 (1933), André Kertész

Distortion 51 (1933), André Kertész

 

André Kertész es uno de los primeros fotógrafos en proponer nuevas dinámicas dentro del ejercicio fotográfico, ya que coloca una escena frente a la cámara - como usualmente sucede en un ejercicio de representació - sin embargo, él comienza a introducir objetos que propicien una distorsión óptica, como lo son cristales que sitúa frente al lente; reflejo que tendrá lugar solamente en la imagen. Por lo tanto, en estos ejercicios de retrato, comienza a desplazar el pensamiento que giraba en torno a la imagen fotográfica como método de representación, buscando un resultado: la deformación en el cuerpo del modelo, lo que logrará desplazar un pensamiento alrededor del cuerpo.

¿Cómo nos enfrentamos a un cuerpo que ha perdido parte de su naturalidad?, nuestra mirada recorre esa forma, mientras nos invade una sensación sobre nuestro cuerpo. Desde lo abyecto, como punto de experimentación de la imagen, parece expulsarnos fuera de ella. La imagen quiere hacernos mirar hacia atrás; mirarnos a nosotros a través de ella, presentando una corporalidad distinta a la que poseemos, que parte de la deformación que sólo es posible dentro de la imagen. Ésta se vuelca hacia nosotros, a partir de las sensaciones que se propician al estar frente a ella.

La imagen implica una experimentación más allá de los límites de la fotografía, arrojando cada vez más lugares; generando así nuevas dinámicas desde la producción de imágenes, que tienen como finalidad crear puntos desde los cuales repensar los límites del cuerpo, y la relación que mantenemos con el sentido de la vista en la actualidad. De este modo podemos acceder a dinámicas en las cuales las imágenes se han buscado a veces con fines de protesta; deslindarse de la realidad; explorar el espacio y la temporalidad.

Una breve genealogía sobre el cuerpo en imagen

Este texto presenta el análisis de obras visuales que me ha llevado a realizar una categorización de propiedades de los cuerpos que aparecen en imagen. A continuación, dichos cuerpos pasarán a incorporarse en un sistema de existencia que parte de lo imaginario; que ha reinventado un ser que ya no es animal, sino un cuerpo salido de una condición particular que lo hace ser con base en un ejercicio derivado en una imagen.

En la imagen el cuerpo sigue estando presente, en un lugar de roces, fricciones, ninguna imagen es contenible por su soporte, hay un eco por la misma cercanía con lo que sucede afuera”. (Sontag, 1977) partiendo en un principio de la abstracción, el aislamiento y la deformación, el cuerpo se estructura desde lo híbrido.

Cuerpos moribundos

Salvador Elizondo (1969) mencionó que, al estar un cuerpo en imagen, aparece desplazado en el tiempo, conservando la característica de presencia dentro de la imagen, pero alejado de la realidad. Por lo cual, nos dice que el cuerpo, al fotografiarse y alejarse del movimiento, no está ni vivo ni muerto; sino está moribundo dentro de la imagen fotográfica, discurso que desplazó mediante la producción visual de Bill Viola.

Allí, el cuerpo se conserva en este estado moribundo, donde se apela a la temporalidad natural y se reestructura dentro de la imagen a partir del montaje y la manipulación del video. Bill Viola, en su video performance The reflecting pool, nos permite explorar nuevas dinámicas en la forma; dadas por la posición que adopta el cuerpo como un objeto que se encuentra estático, desplazado en el tiempo del video.

 
The reflecting pool (1977-79), Bill Viola

The reflecting pool (1977-79), Bill Viola

 

Se puede asumir que la imagen siempre ha formado parte de la percepción del ser humano. En este sentido, podemos analizar dicha percepción y la forma en la que se articula un pensamiento a partir de ella.

“Hay una doble relación corporal en el medio de las imágenes. Por un lado, hay una analogía con el cuerpo al comprender el medio como el cuerpo simbólico de una imagen; por otro, se afirma que los medios circunscriben y transforman nuestra manera de percibir las imágenes. Por eso se habla del cuerpo como el ‘sujeto medial’ ". (Moreno, 2007)

Los límites materiales de la imagen, que en un principio demarcaba la técnica fotográfica, han sido sobrepasados. Logramos abandonar los marcos del negativo y del papel fotográfico, para repensar el espacio de la imagen. Más allá de una posibilidad de representación; atravesando nuestros cuerpos de esta relación que se establece, entre espectador e imagen.

 

Conclusiones

Se puede asumir que la imagen siempre ha formado parte de la percepción del ser humano. En este sentido, analizando dicha percepción y la forma en la que se articula un pensamiento a partir de ello, nos permitimos plantear una nueva forma de ver en la actualidad. La modernidad que dio pie a nuestra relación contemporánea con las imágenes hizo que surgiera una nueva forma en que las tratamos hoy en día; así, la imagen surge desde nosotros. Ahora es el momento desde el cual las imágenes se encuentran en relación con el espacio ya no están contenidas en un soporte. Ahora los límites del objeto se encuentran en función del que mira.

El arte digital es una de las corrientes donde estas nuevas dinámicas han tenido lugar. Exploraciones sobre la técnica han logrado desarrollar planteamientos a partir de la interactividad y la relación con el espectador. No es en realidad que esta relación no existiera con anterioridad: El espectador y su relación con la obra de arte siempre ha sido de crucial importancia. Ahora en tiempos de desarrollo de tecnología, las artes se han visto transformadas por ello. Estas nuevas herramientas han sido utilizadas por los artistas, en medida del desarrollo de planteamientos teóricos que logran romper con los límites de las antiguas técnicas.

La imagen, como un nuevo lugar desde el cual experimentar el cuerpo, nos permite investigar a través de las nuevas manifestaciones esta nueva relación. Es así como las imágenes ahora se encuentran en nuestro cuerpo, hacen desbordar lo visible y superan las discapacidades del ojo.

El pensamiento actual que gira alrededor de las imágenes parte en un principio de nuestra relación histórica con ellas. Es desde estos lugares donde se ha considerado a la técnica fotográfica como un proceso interdisciplinario; donde el espacio y la interacción con el espectador han generado nuevos caminos para hacer imagen; donde el cuerpo y su relación contemporánea con las imágenes se ha vuelto un actor fundamental dentro de los procesos de creación. Ahora, las imágenes están en movimiento dentro del espacio, encontrando cada vez nuevos lugares de aparición.

Allí, lo fotográfico se transfiere al espacio actual, desde el cual nuestro encuentro con el mundo hará presentes a las imágenes. Donde ahora nosotros somos el nuevo lugar de las imágenes, y somos agentes productores de imágenes para la visión de los demás.

En conclusión, podemos afirmar que nuestra relación con las nuevas tecnologías desplaza nuestro pensamiento. Así se nos permite sofisticar las relaciones conceptuales que habían sido mantenidas con anteriores técnicas de representación.

 

Bibliografía

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