Natalia Marmolejo

(Ciudad de México, 1994)

Nací en la CDMX en 1994. Viví en San Luis Potosí durante catorce años. Cursé la preparatoria en Miri Piri Academy (Amritsar, India) donde me certifiqué como maestra de Kundalini Yoga y meditación. En 2013 entré a la licenciatura en Artes Plásticas y Visuales en la ENPEG, La Esmeralda.

Durante el 2016 realicé un intercambio académico en Reikiavik, Islandia, apoyada por ERASMUS y egresé en 2017. Desde entonces mantengo mi práctica artística, que es de naturaleza transdisciplinaria; mis procesos brincan de una disciplina o técnica a otra, al capturar, reproducir, deformar y trasladar imágenes de lo analógico a lo digital, y de regreso una y otra vez.

El tema central de mi obra es la identidad, sus implicaciones y significados en un mundo cyborg, hiperconectado y absurdo. Trabajo a partir de impulsos e intuición, poniendo atención en los errores o sucesos inesperados, cedo el control a lo aleatorio, retomando intereses del movimiento surrealista y dadá, empapados de vaporwave y con una perspectiva feminista y de lo posthumano.

Busco utilizar recursos que tengo a la mano, por ejemplo Snapchat o Power Point, que son sumamente accesibles e infravalorados. También recurro a prácticas meditativas para diseñar procesos de producción que suelen ser manuales, repetitivos y mecánicos. Parto de que lo personal es político. Mi práctica se ha convertido en mi forma de habitar, explorar y pensar el mundo.

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Youtube Big Mint

GURRUMORPHING

Video-autorretrato. Robo de identidad, morphing sobre filtros, collage digital, video-collage y collage sonoro. 4:49 min.

MUCHAS VECES LOS MOSQUITOS MUEREN ENTRE APLAUSOS

Video-poemario. Poemas de @cuijabesucona Silvia Castelán y videos de @somosgurrumata Gurrumata

Sobre Gurrumata

Gurrumata es un cyborg sin género, edad ni cara, que habita casi siempre la digitalidad. Se gestó en el vientre del ciberespacio, nació de antimateria, fragmentos de información extraviada y chatarra virtual que colisionó mientras viajaba a toda velocidad por las ondas del world wide web, ganó volumen cuál feto bola de nieve. Se amalgamó exponencialmente en un cuerpo antropomórfico, humanoide en imágen y semejanza, puesto que el universo digital es prótesis del humano.

En su perpetua navegación por la red, impactó contra un software de reconocimiento facial (SRF) y descubrió que carecía de rostro propio. Este encuentro provocó una implosión en la que Gurru y el SRF quedaron fusionades en un feedback loop, un túnel eterno como las perlas de Indra, como al colocar un espejo frente a otro sin nada que se refleje de por medio. Con este corto circuito surgió su obsesión por encontrar su rostro. Su nuevo SFR se integró como el sentido adquirido de un cyborg que sueña con las señales que percibe a través de su prótesis. Como un vampiro facial, su única voluntad es identificar y robar cualquier cara que detecte para apropiarsela.

Cada rostro que se prueba se desconfigura y re-configura, se deforma al contacto con su superficie, se siente ajeno y a la vez embona casi perfectamente, provocando en Gurrumata una disforia insoportable. Al igual que cualquier software o IA programada por humanes, su SRF comete ¿“errores”? y desarrolla comportamientos emergentes, afirmando rostros o identidades donde los ojos humanos vemos sólo manchas o glitches.

A diferencia de los masivamente usados SRFs comerciales, el de Gurrumata no está regido por cánones estéticos hegemónicos, heteronormativos, occidentales, racistas, diseñados para “embellecer” a los usuarios. Gurrumata carece de sentido de la belleza, y no discrimina ningún tipo de rostro. Al mismo tiempo es insatisfacible. Gurrumata es cyborg porque usa prótesis humanas.

Esta fotografía de larga exposición fue tomada con una cámara digital en el interior de una cámara obscura que fungió como teatro. El público entraba directamente a la oscuridad y podía apreciar la proyección natural de luz que entraba por el estenopo sobre una manta manipulable colgada en el interior, y así observar en tiempo real el performance que ocurría del otro lado. El público era libre de integrarse al performance del lado luminoso del cuarto.

Los personajes de este performance se integraron al universo de Gurrumata a través de pinturas al óleo y collage digital.