La imagen - ¿componente necesario del cuerpo digital?
Por: Noemi Flores Dimas
Cuando vemos algo que nos gusta, le tomamos una foto; cuando queremos recordar un momento, le tomamos una foto; cuando queremos conocer algo, buscamos una imagen de él. Todo el tiempo estamos relacionándonos con la creación de imágenes y un fenómeno que llama la atención hoy en día es nuestra relación con las imágenes que están en la web. La cantidad de archivos jpg, png, tiff, etc. que están en la red son un número ensordecedor. Ésta fue una de las razones por las cuales Arias (2016) en una de sus ponencias utilizó un término que caracteriza la relación, casi maternal, que tenemos con las imágenes y le llamó el inconsciente fotográfico, el cual, en este ensayo, me gustaría retar al llamarle inconsciente de la imagen: un fenómeno que nos ha deslindado de preguntarnos ¿por qué producimos imágenes?
Para comenzar a tejer nuestras ideas es indispensable comprender desde dónde nos situamos para hablar de la imagen. Si bien en los estudios visuales se investiga o analiza la imagen, ella en su sentido más puro es una de las cosas más difíciles de definir, tanto como el término vida, no obstante, hablaremos de ella desde la fotografía, dado que en relación con el cuerpo digital (tema que abordaremos subsecuentemente) la fotografía tiene gran responsabilidad sobre las imágenes que habitan la web. Hablaremos también de la fotografía desde un punto aún más específico, lo mencionábamos en el párrafo anterior y es que es la e-imagen, un tipo de imagen de la cual Brea (2010, p.67) define como un fantasma de la web, no por su falta de materialidad, sino porque es completamente instantáneo, su tiempo y espacio son desechables. La e-imagen es una imagen no reciclable, únicamente existe y desaparece, y de ahí su fantasmización.
Por otro lado, es igual de importante comprender el vértice desde donde se abordará el cuerpo digital, que conforme Enrique D. (2014, p.106) es todo lo que existe de nosotros dentro de la web, pensemos en información variada: desde nuestros gustos musicales, los libros que leemos, el tipo de páginas web que frecuentamos. Lo más sencillo sería explicarlo desde las redes sociales ya que, si pensamos que el cuerpo no sólo compone la parte física de una persona, sino también su parte ideológica, nuestras redes sociales no solo están llenas de nuestras fotos, sino de nuestra forma de pensar y ver el mundo. Sin embargo, este no es el tema al cual debemos referirnos, más bien apuntemos a todas las imágenes que una persona es capaz de subir o descargar de la nube y cómo ello conforma gran parte de su cuerpo digital.
Ahora bien, para comenzar a entender nuestra premisa principal e irla desglosando poco a poco, partiremos de la relación objeto /imágenes/mundo y no encuentro un ejemplo más relevante que el cine. Nos hemos relacionado con el mundo porque a través de la visualidad que posee y crea la industria cinematográfica, hemos podido conocer el mundo en todos los tintes que queramos, desde la forma cruel y abrupta, hasta lo irreal e inimaginable. El cine ha concebido su trabajo como narrador de historias a través de imágenes, sin embargo, a partir de ello nosotros hemos podido incluso conceptualizar y crear imaginarios de historias en nuestra vida diaria, esto podría explicar por qué inconscientemente creamos imágenes (teniendo como referente las técnicas, tácticas, estrategias, conceptos e ideas que utiliza el cine). Como industria capitalista y global, uno de los objetivos del cine ha sido entretener a su público, pero su público como factor importante de esta industria, se ha convertido en un público domesticado en su entera forma de ver las cosas. Esta industria ha sido artífice de la forma en que la gente mira las cosas atravesados por la magia del cine (con ello damos cuenta de la falta de procesos de conciencia sobre la imagen). Nos es tan común la imagen de todo, que entramos en un estado de aceptación continua, no cuestionamos la imagen, no la pensamos, sólo la vivimos y existimos, apoyamos el hecho de que ella se politice, se prostituya y se siga generando.
El caso de la e-imagen en este fenómeno es bastante interesante. Debido a que el ser humano es un ser (en su mayoría) visual, hemos inventado la comunicación por medio de imágenes, Augé (2000, p.6) argumentaba que “la palabra vale tanto para el presente como para el pasado”, pensémoslo ahora desde la imagen, pensemos su importancia en la historia del mundo. Cuando creamos una imagen no creamos memoria ni historia, sólo registro, un registro pasajero, volátil, un fantasma como bien lo menciona Brea. Ese fantasma sólo es un espectro de luz que atraviesa nuestros ojos, no los impregna, únicamente los atraviesa, sin embargo, va cargada de una fuerza inimaginable puesto que hemos dotado a la imagen de verdad cuando decimos que “ver es creer”. Por su parte, la e-imagen ha hecho su propio trabajo respecto a esto, a pesar de ser una imagen pasajera y fantasmal, sigue teniendo la misma fuerza que las otras imágenes que llegan a adornar nuestra casa o vida. La e-imagen ha generado doctrinas porque es un tipo de archivo que pone, quita, anula e impone modas. Para el cuerpo digital esto es muy importante porque podríamos decir que nuestro cuerpo en la web está conformado por doctrinas, es decir (regresando al tema de la imagen), hay modas para tomar fotografías, ciertas reglas y estándares que se deben seguir para que una fotografía sea aceptada en la red, y eso al mismo tiempo va conformando nuestro cuerpo digital.
Pensemos ahora en cuántas fotos somos capaces de crear y en cuántas fotos conforman nuestro cuerpo digital. Creo que una de las principales sería la selfie, en el ejemplo que tomábamos de las redes sociales, las selfies llenan gran parte de estas plataformas y es que incluso hay reglas para tomar selfies dependiendo del contexto. Es muy diferente hacerlo cuando uno anda de viaje, o cuando se está probando ropa, cuando comes, cuando quieres verte atractivo, etc. Sin embargo, pensar que una selfie es responsable totalmente de nuestro cuerpo digital (hablando desde la imagen) sería un error, complejicemos entonces aún más al cuerpo digital.
En la película Chappie (2014), donde un robot logra absorber el alma de su madre (un ser humano) y traspasarla a otro robot, de modo que su madre se hace inmortal. El punto de esto es el alma o esencia, fenómeno que hoy en día no se ha podido resolver con exactitud, pero tomemos la referencia más simple de que el alma es lo que te hace ser tú, los factores más característicos de uno mismo. Abordo esto porque complejizando el cuerpo digital, me gustaría que pensáramos en algo más allá de la imagen retrato como componente del cuerpo, sino que también pensáramos en la imagen-puente, concepto que yo articulo definiéndolo como imágenes en las que, si bien no aparece nuestro rostro, aparece nuestra alma que, en un sentido menos filosófico, son imágenes que nos describen, imágenes por las cuales otra persona puede leernos sin conocer siquiera nuestra cara. Y este tipo de imagen existe poco en la red, dado que la imagen nos es tan común que la tarea que tenemos de pensarla y reflexionarla se nos ha olvidado, basta con preguntarnos si miramos u observamos las imágenes. De ahí que la creación de imágenes es masiva, por ello hoy en día se ha acuñado también el término contaminación visual.
En su carácter contaminante la e-imagen tiene mucha culpa, a pesar de su fantasmización, es una imagen que no deja de ser y que justamente en el cuerpo digital se aparece continuamente. Si al crear imágenes no hay un ejercicio reflexivo, menos lo hay al mirarlas, lo cual apuntaría a que nuestro cuerpo digital con respecto a la imagen es una base de datos visual que no tiene sentido. Se supone que todo lo que subimos a la web tiene que ver con nosotros, con nuestros gustos, saberes e intereses, pero en sí lo que estamos creando es una carpeta de archivos inservibles que carecen de su carácter descriptivo, al contrario, son acumulables y contaminantes, por lo que la imagen podría no ser el mejor recurso para crearse un cuerpo digital en la red. Hablaríamos entonces de algo más allá de la imagen, tal vez únicamente datos como, los comentarios que dejamos al pie de un video, suscripciones que tenemos a determinadas páginas o revistas digitales, etc. pistas de nosotros donde no estemos nosotros. Por un lado, esa acción daría paso a otro entendimiento del hombre en la red, nuestro cuerpo sería una metáfora de nosotros y entonces la imagen no dejaría de ser obsoleta, sino que recuperaría su propiedad descriptiva y representativa, ya no sería un cliché del mundo y de la red.
¿Se podría sugerir entonces otro tipo de imagen que sirviera sólo para nuestro cuerpo digital? No lo sé, pero considero que, si la imagen es capaz de mover muchas cosas dentro y fuera de un ser, es capaz de representar y no, hablar y no, ser y no. Este tema se abordó para comprender que gran parte de nuestro cuerpo digital está conformado por imágenes sin sentido, y que una de las razones por las cuales sucede esto es por la creación masiva de imágenes inconscientemente. En el primer párrafo se mencionaba el inconsciente de la imagen y el inconsciente fotográfico, frases que delatan el modo automático en que creamos y vemos imágenes, por ello mismo esto genera un problema en cuanto al cuerpo digital, porque no sabemos qué tan apropiado es explicar un cuerpo con imágenes, o si la imagen es el único recurso que podríamos utilizar para representar cualquier cuerpo. Como lo vimos antes, el alma también es un componente importante del cuerpo. Sin embargo, hoy por hoy la sociedad necesita vivir de la imagen, se ha ido perdiendo poco a poco la capacidad de imaginación puesto que la imagen la ha suplantado, logramos ver casi todo lo imaginable e inimaginable en la imagen, y es por eso que ya no nos sorprende y que no nos preocupamos por la cantidad exorbitante de imágenes que producimos todo el tiempo y que, a su vez, estamos compartiendo a todas horas en la web.
Mirar la imagen, observarla, es una forma de preguntar y preguntarle, analizarla; siempre ha sido necesario un proceso de conciencia cuando nos encontramos frente a una imagen, es nuestro deber hacerlo, de otro modo seguiremos tejiendo esas doctrinas, siguiendo sus pasos y haciendo el camino para que otras personas continúen en él. La imagen en su formalidad es un residuo del pensamiento de otros, en nuestro canal se filtra el código que sus creadores quieren que nos llegue y entonces a partir de ello nos encontramos todos los días, a cada instante creando imágenes. Cabría pensar ahora cuál es nuestra responsabilidad antes, durante y después de una imagen, ¿Deberíamos responsabilizarnos por las imágenes que creamos? ¿Por las imágenes que subimos a la web? ¿Deberíamos dejar de crear imágenes? ¿Qué encuentro sería el ideal ante una imagen? ¿Cómo podemos controlar nosotros las imágenes? Es indispensable que en estos tiempos pensemos otra forma de crearnos un cuerpo digital que no tenga tanta relación con la imagen y sus consecuencias, podría ser que este cuerpo sea nuestro primer paso para dejar de existir en los materiales de nuestro cuerpo físico, sin embargo sigue siendo todavía un misterio las conexiones que el cuerpo humano ha establecido con otros cuerpos, a pesar de que estamos en una era digital muy avanzada, el hombre todavía no ha sido capaz siquiera de entender el cerebro, es probable que a través de estas exploraciones digitales podamos encontrar las respuestas a lo que desconocemos.
Referencias
Augé, M. (2000). Los <<No Lugares>>. Espacios del anonimato. Una Antropología de la Sobremodernidad. España. GEDISA
Arias O (2016) “E-memoria. Una microhistoria sobre la construcción del sujeto en las redes sociales” conferencia dictada durante el 2do Foro de Estudios Visuales. Facultad de Artes- UAEMéx. 16 al 19 de Agosto 2016.
Ariza Gómez, D. E. (2014). Cuerpo digital como sustrato del ser cuerpo. Categoría fundamental del performance digital “Huellas digitales”. Revista Colombiana de las Artes Escénicas, (8), 96-109.
Brea, J. (2010). LAS TRES ERAS DE LA IMAGEN. Imagen-materia, imagen-film, e-imagen. Madrid. AKAL
Chappie (2015) Neill Blomkamp. [DVD] Estados Unidos: Simon Kinberg Productions