Máquina2 [cuadrado]

Por: Carolina Santillán Cano

Chris Kiefer Visual, obtenido de codedmatters.nl/files/Chris_Kiefer_Visual_06.jpg

Chris Kiefer Visual, obtenido de codedmatters.nl/files/Chris_Kiefer_Visual_06.jpg

¿No es aterrador pensar que una máquina te ayude en lo que estás desarrollando? ¡Claro que no! Desde hace muchos años hemos trabajado con máquinas, por ejemplo, hemos visto cómo IBM prestó una de sus computadoras para crear cálculos durante la Guerra Fría y que Estados Unidos, gracias a esto, logró mandar a un hombre al espacio, pero para hacerla funcionar se necesitaban humanos ya que la computadora no podía saberlo todo. Pero han pasado 49 años desde ese momento y las cosas han cambiado.

En el 2018 podemos ver máquinas reemplazando lo que hacía un hombre dentro de una fábrica automotriz, seres hechos de metal que siguen órdenes creadas por algoritmos que fueron precargados por otras máquinas de piel, huesos y sangre cuya idea era ayudar y no reemplazar: ¿qué se siente ver cómo el metal comienza a aparecer y la piel a desaparecer?

La RAE  define a la máquina como un conjunto de aparatos combinados para recibir un tipo de energía y transformarla en otra más adecuada, o para producir un efecto determinado. ¿Qué no el cuerpo humano ya es un conjunto de aparatos y sistemas que requieren de energía y producen efectos determinados a través de ciertas acciones? El hecho de que una máquina casi perfecta (y digo casi, porque hay cuerpos con fallos como el mío) pueda crear otra máquina casi perfecta (porque Dios hizo al hombre en imagen y semejanza, el hombre puede hacer a la máquina en su  imagen y semejanza ¿o no?), para poder trabajar juntos es posible.

El trabajo de máquina-hombre puede ser evidente en muchos casos, la creación de partes automotrices, el desarrollo de software, en la medicina y en bastantes creaciones tecnológicas y científicas que se ven tocadas por seres metálicos más que por seres humanos, sin embargo ¿el arte qué? En este espacio de la creación, ¿sucede?

Invoco primero a Lozano-Hemmer quien creó la obra Pulse Room, donde esta unión máquina-máquina nos lleva a una sala con 1300 focos que prenden y apagan de acuerdo a las variables que manda un sensor sobre el que los asistentes ponen sus manos y éste detecta el latir del corazón. Una máquina que detecta a otra y hace visible lo que nos es, regularmente, invisible apoyada de algoritmos, variables, sensores y electricidad que juegan con el hacer evidente esta información.

El algoritmo y código son una esencial parte de esto que ahora pensamos como máquina porque, sinceramente, cada que alguien menciona dicha palabra (máquina) imagino a estos seres metálicos con brazos enormes que traen toneladas de peso de aquí para allá, y más recientemente,, he comenzado a pensar en la máquina como una forma de producción como dentro del caso del livecoding.

¿Conocen los Algoraves? Es algo así como un rave de música donde un montón de personas que saben programar se ponen a crear sonidos (tienen que leer con un tono un poco nerd), donde ponen el código en pantalla mientras que, aquel que está programando y haciendo el sonido, improvisa y hace maravillas con lo sonoro, el algoritmo y el código.

Esto es una de las nuevas formas de producción (vale, no tan nueva pues confieso que la conocí hace un año y tiene más tiempo de existir), donde puedo situar esta relación hombre-máquina, máquina-máquina, cerebro-cerebro y dedos-teclado. Mismo que juegan un ir y venir de informaciones: una máquina da las órdenes, otra las ejecuta y, a través de una serie de vínculos entre diversas máquinas, otra la presenta para que el resto de asistentes puedan ver el resultado de lo que esta cooperación produce.

Quiero hacer una relación entre la descripción de The Particle, una pieza de Alex Posada, mostrada en el libro Invasión Generativa Volumen I y este fenómeno de los Algorave como una mezcla entre la vibración del sonido, color y patrones visuales que van evolucionando hacia un caos (en dado caso de que el ejecutante del programa no llegue a dar una nota) o el orden (si es que se genera una sonorización que se armonice con lo que se está escuchando). Mientras que The Particle usa algoritmos para crear una ilusión visual dentro de una esfera que crece y, conforme se van conjugando luces y vibraciones que la alimentan, es más o menos como ver el código en acción, transformando este caos y orden en la pieza eternamente cambiante. Es el resultado de esta máquina- máquina un binomio que,por separados se vean, existen y cada día se fusionan más dentro de  este tipo de movimientos como son el arte generativo y el livecoding.

Recuerdo que en la película Terminator se hablaba de una dominación de las máquinas de metal, de seres robóticos, en la cual para rescatar al futuro se tenía que regresar al pasado en donde todo comenzó y así, reconstruir lo que estaba afectando a la humanidad, pero ¿no es que ya tenemos una dominación de las máquinas con la diferencia de que éstas no se han vuelto locas (aún), o mejor, vuelto contra nosotros?

El dominio de una máquina como el cuerpo es más o menos como el dominio de una máquina metálica, si el humano comienza a dominar una, la otra se verá afectada por el nuevo conocimiento del que el humano está disfrutando. Por lo que una de las inteligencias nuevas sería la artificial. En el inicio mencioné de pasada a IBM con su computadora que revolucionó al mundo y quienes, el año pasado lo volvieron a hacer. Una de las inteligencias artificiales desarrolladas por  IBM hizo en 45 horas algo que un humano normal le tomaría semanas o meses: el tráiler la película Morgan. Recuerdo que hubo una pequeña mención de esto durante la campaña publicitaria de la película y algunos usuarios de internet hacían notar que la inteligencia artificial, poco a poco, superaría al humano y que pronto Terminator no iba a ser solamente una ficción.

Posiblemente sí, pero no. En mi opinión, la dualidad máquina-máquina, hace que, si el humano aún no logra dominarse como es, un ser orgánico que tiene capacidades aún por descubrir y por investigar, no puede ser dominada por un ser creado por él mismo (¿o sí?).

Aunque la idea del teléfono inteligente dominando al humano es algo que tenemos como concepto presente, no quiero pensar que eso sea un dominio sino una dependencia hacia éste, dependencia  que puede acabar cuando destrozas el dispositivo y te das cuenta de que hay un mundo más allá de una pantalla de 8 pulgadas.

El trabajo de humano-máquina se hace claro en ciertas cooperaciones y apoyos que se dan entre ambos, si yo no lo puedo hacer, tal vez la máquina que se ha perfeccionado por más personas pueda hacerlo, si yo me tardo horas, este artefacto se tardará muchas menos, pero esto sucede gracias a que existen apoyos entre ambas entidades y no en un desprestigio y desuso de alguno de ambos. Es claro que lo que presenciamos es más una colaboración que una dominación… por ahora.

 

Referencias:


Causa E. 2014, Invasión Generativa: Fronteras de la generatividad en las tres dimensiones, la
robótica y la realidad aumentada,
Argentina, Invasores de la generatividad.


Causa E. 2015, Invasión Generativa II: Explorando la generatividad por las tierras del posthumanismo,
la composición musical y otros lares
, Argentina, Invasores de la generatividad.


The Guardian, 2017, Run the code: is algorave the future of dance music? [en linea],
https://www.theguardian.com/music/2017/nov/30/is-algorave-the-future-of-dance-musicsheffield-
algomech-festival