Una breve historia sobre las virtualidades afectivas

Doreen A. Ríos

2020

 

HOME, 2014

video musical de Holly Herndon en colaboración con Metahaven

 

Es evidente que el espacio-pantalla no puede existir sin las interacciones de sus usuarixs. Los primeros ciberespacios se formaron a través de comunidades virtuales, puntos de encuentro para personas físicamente separadas pero unidas por creencias y prácticas comunes. Estas comunidades virtuales se mantienen mediante la circulación de estas prácticas. Para comprender cómo funciona esto, es importante examinar la historia de las interfaces que han tejido nuestras experiencias afectivas en lo virtual.

Hay cuatro momentos clave en esta historia, cada uno de ellos marcado por un cambio en la naturaleza de la comunicación humana, la cual ha estado cada vez más mediada por la tecnología a lo largo de los años. Dado que la velocidad de la innovación tecnológica se acelera con el tiempo, los períodos más recientes son más cortos, pero en cada uno de ellos se intercambia aproximadamente la misma cantidad de información.

Primer episodio: Textos

El primer episodio en la historia de las comunidades virtuales se remonta al uso de textos. En 1669, Robert Boyle empleó una tecnología literaria para establecer comunidades virtuales de filósofos y dramatizar las relaciones sociales propias de esta comunidad. Según Shapin y Shapiro en su estudio sobre el debate entre Boyle y Hobbes, Leviatán y la Bomba de Vacío, se atribuye a Boyle la invención de la estructura de los trabajos académicos. Boyle desarrolló un método de validación que se basaba en testimonios virtuales. Creó una "comunidad de individuos afines en ideas" para validar sus experimentos científicos, partiendo de la premisa de que aquellos a quienes escribía creían que un trabajo académico detallado implicaba un estudio experimental riguroso. Mediante la escritura, un grupo de personas podía presenciar un experimento sin estar físicamente presentes. La producción de Boyle de trabajos académicos detallados fue tan exitosa que sigue siendo un ejemplo de erudición.

Sin embargo, el formato que realmente impulsó el crecimiento de las comunidades virtuales fue la escritura de ficción. Se podría argumentar que las primeras novelas del siglo XVIII fueron textos que trascendieron las diferencias de clase, género e ideología. Un ejemplo destacado es la novela Pablo y Virginia (1788) de Bernardin de Saint-Pierre, que Roddey Reid describe en su estudio Tears For Fears como una obra que "desmanteló la esfera pública absolutista y construyó una esfera pública burguesa a través de ficciones de la comunidad nacional". Reid sostiene que esta novela fue un punto de entrada para una serie de conceptos sobre la naturaleza de la identidad social que transformaron la sociedad francesa. Así, en este primer episodio, los textos se convirtieron en formas de comunicación con la capacidad de crear y modificar nuevos tipos de comunidades.

 

Segundo episodio: Medios de comunicación electrónicos y de entretenimiento.

El segundo episodio en la historia de las comunidades virtuales se centra en los medios de comunicación electrónicos y de entretenimiento. Este periodo comenzó en el siglo XX con la invención del telégrafo y continuó con la transición de las comunidades musicales del espacio público al espacio virtual creado alrededor del fonógrafo.

Un hito importante en este periodo fueron las Fireside Chats de Franklin D. Roosevelt en la radio, que lograron crear una comunidad a distancia mediante tecnologías accesibles. Roosevelt utilizó la radio como una máquina para llevar a lxs oyentes virtualmente a su sala.

Aunque la comunicación por radio era unidireccional, fue fundamental para repensar la idea de presencia colectiva. Esta visión implicaba una forma nueva, diferente y compleja de experimentar la relación entre el cuerpo humano físico y el ser que lo habitaba. En cierto sentido, lx oyente se encontraba en dos lugares al mismo tiempo: su cuerpo físico en casa y su ser en un espacio imaginario junto a otra(s) persona(s).

El cine y, posteriormente, la televisión también jugaron un papel importante al organizar grupos sociales afectivos. Un ejemplo destacado de una comunidad virtual a finales del siglo XX son los Trekkies, un amplio grupo de fanáticos de Star Trek que interactúan y se constituyen mutuamente de manera compleja a través de los límites de los textos, películas e interfaces de vídeo.

Este episodio llegó a su fin a mediados de los años 70 con la llegada de los primeros sistemas de tableros de anuncios (BBS) basados en terminales.

 

Tercer episodio: Tecnologías de la información

El tercer episodio en la historia de las comunidades virtuales se centra en las tecnologías de la información. Este periodo dio inicio en la década de 1970 con los servicios de tableros de anuncios en línea (BBS). Los BBS fueron nombrados de acuerdo a su función percibida: eran espacios virtuales concebidos para ser similares a los tableros de anuncios físicos, donde las personas podían publicar mensajes para que fueran leídos por otros. Los primeros programas de BBS eran simples y permitían a lxs usuarixs buscar mensajes en orden alfabético o leerlos en el orden en que se publicaban. Estos programas se distribuían principalmente como shareware, reflejando la ética colaborativa de las comunidades virtuales que buscaban compartir y transparentar los procesos tecnológicos.

Un ejemplo destacado de un BBS es CommuniTree. Este grupo, liderado por John James, consideraba que los BBS tenían el poder de transformar tanto la estructura ontológica como la comunidad que los habitaba. Veían los BBS como una extensión de la agencia de lxs participantes en un espacio social virtual, creando una serie de conferencias textuales abiertas a todxs.

Sin embargo, el enfoque visionario de la ontología electrónica de CommuniTree resultó ser un obstáculo para su supervivencia. La garantía de privacidad en todos los aspectos de la estructura de red y el acceso ilimitado a todas las conferencias no funcionaron en un contexto donde había un creciente acceso a terminales por parte de aquellos que no compartían necesariamente las ideas de la comunidad. Como mencionó un ex-usuario de CommuniTree, "Las hordas bárbaras nos cortaron". En la práctica, la vigilancia y el control resultaron ser necesarios para mantener el orden en la comunidad virtual. Es interesante especular sobre cómo habría sido el futuro de las comunidades virtuales electrónicas si la introducción de CommuniTree no hubiera coincidido con la primera ola de usuarixs de computadoras. Quizás habría sido muy diferente.

En este periodo, lxs participantes de las comunidades electrónicas adquirieron habilidades que resultaron útiles en los entornos sociales virtuales que surgieron en las sociedades tecnológicas a finales del siglo XX. Aprendieron a delegar su agencia a representantes corporales que existían en un espacio imaginario contiguo a los representantes de otros individuos. Se acostumbraron a lo que podría llamarse un sueño lúcido en estado de vigilia: una actividad muy similar a la lectura, pero activa e interactiva, una práctica social participativa en la que las acciones del lector tenían consecuencias en el mundo del sueño o del libro.

 

Cuarto episodio: Realidad virtual y ciberespacio

Un hito fundamental en el desarrollo de las comunidades virtuales fue la publicación de la novela de ciencia ficción Neuromante de William Gibson. Esta obra marcó un punto de inflexión entre el tercer y cuarto episodio, no porque señalara un avance tecnológico, sino porque cristalizó una nueva comunidad, al igual que los trabajos científicos de Boyle y Pablo y Virginia lo hicieron en épocas anteriores.

Neuromante llegó a lxs hackers que estaban radicalizadxs por la potente evocación cinematográfica de George Lucas de la interacción entre la humanidad y la tecnología extendida infinitamente. También llegó a aquellxs que estaban familiarizadxs con la tecnología pero se sentían desconectadxs socialmente, buscando formas de interacción social que pudieran transformar la fragmentada anomia que caracterizaba la vida en Silicon Valley y otros entornos industriales electrónicos.

De repente, la visión de Gibson proporcionó una esfera pública imaginaria y una comunidad discursiva reconfigurada que sentó las bases para un nuevo tipo de interacción social. Al igual que Pablo y Virginia en la época de Napoleón y Dupont de Nemours, Neuromante en la época de Reagan y DARPA se convirtió en una presencia intertextual masiva no solo en la literatura de los años ochenta, sino también en publicaciones técnicas, temas de conferencias, diseño de hardware y discursos científico-tecnológicos en general. Aunque el ciberespacio tridimensional habitable descrito en Neuromante aún no existe, las bases para su creación se encuentran en una serie de experimentos tanto en el ámbito militar como en el privado.

Durante este período, con la publicación de Neuromante, la realidad virtual adquirió un nuevo nombre y una identidad social prominentemente conocida como ciberespacio. La importancia crítica de la novela de Gibson radicó en la forma en que desencadenó una revolución conceptual entre lxs investigadorxs dispersos que llevaban años investigando sobre la realidad virtual. A medida que los grupos de trabajo se formaban y disolvían, y la suerte de las empresas, proyectos y laboratorios fluctuaba, la existencia de la novela de Gibson y el imaginario tecnológico y social que articulaba permitieron que los investigadores en realidad virtual, o bajo la nueva dispensación, en ciberespacio, se reconocieran y se organizaran como comunidad.

Sin lugar a dudas, el año 2020 y su inminente macrovirtualización han consolidado y afianzado en el imaginario social todo lo que se gestó en las obras de ciencia ficción en relación a las comunidades virtuales, la rematerialización de los afectos y la memoria.

En una época en la que nuestras relaciones personales, profesionales y platónicas están mediadas por pantallas y cables de fibra óptica, es importante cuestionarnos no solo los cambios que impactan en estas interacciones (desde políticas hasta impactos ecológicos y economías ocultas), sino también las nuevas formas afectivas mediante las cuales creamos y concebimos la comunidad.

Tal vez las pistas para desentrañar estas nuevas lógicas ya las esté planteando Holly Herdon en su canción Home:

Puedo sentirte en mi habitación, ¿por qué me asignaron a ti? Siento como si estuviera en casa por mi cuenta y se siente como si me vieras. Sé que has estado por aquí. Aun así quiero, quiero que muestres tu cara.

 

Kember, S., Zylinska, J. (2012) La vida después de los nuevos medios: la mediación como un proceso vital. The MIT Press.

Paul, C. (2015) From immateriality to neomateriality. Proceedings of the 21st International Symposium on Electronic Art.