Semana 119_ Everytime you switch me off, I die. A little.
Like A Little Disaster se enorgullece en presentar Everytime you switch me off, I die. A little. un proyecto que involucra la obra de Daniela Corbascio, Claude Eigan, Alexandra Koumantaki, Andrea Martinucci, Catalina Ouyang, David Stjernholm y Maurizio Vicerè + una historia de Jonny Tanna.
Del 18 de abril al 2 de junio, por cita.
ENCENDIDO
- ¿A dónde va la llama de una vela cuando se apaga la vela? ¿A dónde va la luz? ¿A dónde va el pasado?
Primero me di cuenta de que no estoy inmóvil en el centro del universo. Entonces, que no soy distinguido y diferente de cualquier otro ser sensible y no sensible. Que estoy lejos de ser completamente transparente para mí mismo. Ahora, la luz digital me dice que no soy un agente separado, sino un organismo informático que comparte con otros un entorno global fundamentalmente compuesto de información: la infosfera luminosa.
Me observo a mí mismo observándome en la producción comunicativa; me veo con los ojos de una posible audiencia; me vislumbro en los rastros luminosos que produzco en línea. Observo que la luz y la luz me observan y me capturan, estoy sujeto a eso.
Me arriesgo a perderme en la laberíntica red de conexiones cambiantes y temporales, la fragmentación de la percepción de mí mismo corresponde a una multiplicidad de relaciones incoherentes y desconectadas. Estas intermitencias me empujan en un millón de direcciones, lo que me lleva a jugar una cantidad de roles como para hacer desaparecer mi autoconciencia.
- ¿El yo completamente saturado por la luz digital se convierte en un no yo?
En la tecnosfera luminosa existe la posibilidad de que todavía no esté presente en el mundo real. Cada manifestación en la realidad física debe tener una representación luminosa. Todos los cambios en la naturaleza física son consecuencia de los procesos de información digital; la naturaleza ha terminado en luz digital.
Vivo en un lugar donde las inteligencias autónomas se multiplican, donde las máquinas del cuerpo generan imágenes alimentadas por información interminable que se convierten en nuevas formas de vida, donde millones de entornos cohabitan en el mismo espacio físico, creando una cadena de mundos paralelos. La imagen se desmaterializa, mientras me fusiono con un medio luminoso que cuestiona las nociones de autoría, corporeidad.
La identidad está sobrecargada por la pluralidad de mis proyecciones icónicas, cayendo en un desequilibrio biológico donde se desarrolla una proliferación informativa, una luz de fondo caracteriza la propia identidad, hasta el punto de confundirla con las huellas de otros actores distribuidos en la red.
La luz me permite ingresar a un área con bordes débiles, sujeta a una redefinición continua, marcada por pertenencia múltiple y ósmosis entre el centro y el borde. A través de la luz me propago al instante en todas direcciones, me multiplico en un proceso sin fin, me extiendo en todas direcciones.
Estoy rodeado de bengalas luminosas que amplifican mi capacidad de observar la materia y el espacio. Lo sé, lo percibo, me encuentro y me comunico con los demás y con el medio ambiente a través de las luces-prótesis que hacen cuerpo con mi cuerpo, disimulando rápidamente mi propia alteridad.
Estoy presente ausente. Ausente en la presencia Estoy aquí y allá al mismo tiempo, estoy dentro y fuera, mi cuerpo se expande, se gira, se extiende, "naturalmente". Estoy a la luz de una experiencia transpersonal que me permite ver la interconexión de todo, la permeabilidad e inestabilidad de los límites, la falta de distinción entre la parte y el todo, el primer plano y el fondo, el contexto y el contenido.
Me muevo en un paisaje donde la carne ya no necesita redención porque ya se ha convertido en un cuerpo de luz.
ALABANZA A LA ILUMINACIÓN IMPECABLE, PERFECTA DEL GRAN MUDRA. CONVIÉRTETE EN MÍ LA JOYA, EL LOTO Y LA LUZ RADIANTE.
APAGADO
Más bella que el día, pacífica por supuesto, la noche plagada de estrellas, pensativa y suave es un mejor modelo de conocimiento que la luz del día golpeada por el sol, cruel, exclusiva, ofensiva, ideológicamente propensa y llena de opiniones .
Vivo en un espacio fluido que extiende los límites finitos de la metafísica tradicional, trazable a la vista y la luz antropocéntricas, es decir, vinculado a la dimensión espacio-tiempo propia de la sensorialidad humana. Me libero de la estructura antropológica anclada a la "visión", a la verdad de la evidencia, y me pierdo en el horizonte transhumano, revelado como trans-óptico, trans-lumínico, trans-espacial, trans-temporal ...
Mi universo se refiere a lo que está extendido, no localizable o definible, a lo que no se muestra, a lo que es tacaño con signos, expresándose, si lo hace, de una manera ambigua y transversal.
La luz me ciega y me impide ver. Son las sombras para darme la percepción de la profundidad, para hacer que el mundo sensible esté dotado de densidad y concreción. Necesito sombras para dejar la opacidad que es propia del objeto. Necesito sombras para escapar de la luz cegadora de un universo aplanado.
Estaba en el centro de una inmensa gruta. El suelo estaba cubierto de arena fina con oro. La bóveda era tan alta como la de una catedral gótica, y se extendía fuera de la vista en la oscuridad distante. Las paredes estaban cubiertas de estalactitas de variados matices y maravillosas riquezas ... La descomposición de los rayos luminosos por los miles de prismas, las lluvias de brillo que brotaban y fluían por todos lados, producía la combinación más sorprendente de luz y color que alguna vez deslumbró los ojos del hombre.