Semana 164_Le Marketing Du Clan

Le marketing du clan

con obra de Flora Citroën

Curaduría por Flora Fettah

Desarrollado por CuratedByLolita

@Bunker, 19 rue Charles Auray 93500, Pantin, Francia

Fotos de Romain Darnaud

 
 

Cuando entramos en el búnker de FC, penetramos en un territorio semi-íntimo, semipúblico, en el que se mezclan ficciones, recuerdos y fantasías: «su hogar no es otra cosa que ella misma. »

Símbolo del refugio seguro post-apocalíptico, el búnker alberga una cruda intimidad. La artista revela aquí las tensiones en curso que surgen en nuestra construcción de identidad; dividido entre afirmar nuestra individualidad y el sentimiento de pertenencia a una gran variedad de clanes. Esta oscilación permanente entre nuestras lealtades sucesivas implica una gran cantidad de posibles elecciones, desde el rechazo hasta la adhesión incondicional, entre las cuales hay miles de matices existentes; La culminación de este arbitraje, en definitiva, es el resultado de las contingencias que se nos otorgarán para conciliar nuestras diversas individualidades. Los que vienen de nuestras comunidades: pareja, familia, amistad, profesión, clase social, como círculos concéntricos que forjan islotes de nuestra identidad.

 
 

El bunker es un espacio habitable: alternativamente refugio y prisión, cristaliza los recuerdos y los sueños del artista, así como los del visitante, reflejando instantes pasados ​​y potenciales. Como tal, constituye un territorio único, tanto doméstico como público, convirtiéndose en un intersticio espacial y temporal en el que se combinan la ironía y la nostalgia.

 
 

El búnker es un islote: en Pantin, en la arquitectura que lo alberga, en la vida cotidiana del visitante y en la mente de la artista. Es un paréntesis chispeante e inquietante donde la artista inventa y nos invita al espacio íntimo del clan, donde las comunidades y las individualidades se reúnen, chocan y coexisten.

No podemos salir de esta caja de memoria concreta exactamente como éramos, ya que las historias contadas en ella pueden imitar nuestras propias quimeras. Abriéndonos camino a través de los islotes de lentejuelas, ya que podríamos vagar a través del recuerdo y las pequeñas brechas "clanicas", descubrimos un paisaje urbano fantasmagórico, doméstico y amueblado al estilo de las vacaciones. Obligados por objetos efímeros y frágiles y perturbados por olores y voces enredados que no podemos distinguir las fuentes, seguimos en nuestro camino laberinto las imágenes como varias pistas de historias que desconocemos si son reales o ficticias, nosotros mismos somos como islotes A la deriva en este bunker oceánico.

  • Flora Fettah

 
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