Semana 316_1 Es lo que hay

Es lo que hay

con obra de Jorge Isla

en SC gallery

 
 

Un cuadrado blanco, un cuadrado negro y un puñado de dólares.

 

El cuadrado blanco es de Hiroshi Sugimoto. Aparece en el centro de una serie de fotos tomadas a lo largo de los años en localizaciones distribuidas por todo el globo. Las imágenes se relacionan entre ellas por 2 cuestiones: la primera es la arquitectura y la segunda es el cuadrado blanco. Quizá, todo lo que nos atraviesa está en relación con estas dos cuestiones.

 

Hablar de la imagen también es hablar de dónde sucede esa imagen, cómo, cómo se ve, cómo se transporta, cómo se respira, cómo se toca…

Las estructuras de Sugimoto son cines, teatros y autocines. Espacios para el cuerpo y la contemplación de la imagen. Arquitectura diseñada para ubicar el cuerpo poniendo la imagen en el centro. Filas, hileras, palcos y butacas para ubicar diferentes cuerpos mirando al mismo punto. Es importante también hablar de cómo la máquina, en este caso el coche, se ha colado como un espectador y un cuerpo más en estos templos de la contemplación de la imagen construyendo su propia estructura de autocines. Es un primer paso de unificación de la imagen y el objeto potencial de un momento social concreto como fue el automóvil y toda su economía, pero es mejor no descifrar desde el principio el kit de la cuestión de este texto. Volvamos a los cines de Sugimoto. Butacas, gradas y palcos vacíos de gente, pero con toda la maquinaria funcionando a la perfección. Arquitectura diseñada con un elemento central: la pantalla, el cuadrado blanco. Un cuadrado blanco que ilumina el resto de la sala. La serie muestra en una única foto toda una pantalla llena de tiempo, de imagen y de luz. Un cuadrado blanco que desborda imagen suficiente para iluminar el lugar por completo, porque en estas fotografías lo que ilumina no es la luz, sino la imagen. Una fotografía de larga exposición que nos presenta un cuadrado blanco que contiene una película completa. Es fascinante la idea de poder contemplar una película completa en un único momento, en una única imagen. Un cuadrado blanco que contiene toda una película de cine. Un cuadrado blanco que contiene todas las películas de la historia del cine. Todas caben ahí, todas están ahí… están sucediendo todas las escenas, todas las secuencias. Puede ser cualquier película susceptible de ser proyectada en un cine... Amor, drama, terror, ciencia ficción, documental, artes marciales… es un único cuadrado blanco que nos devuelve todas las historias que merecen ser contadas.

 
 

 

El cuadrado negro lo tenemos encima, en la mano, en el bolsillo, enfrente de los ojos. Un soporte plano, sencillo y con una presencia inofensiva. No requiere de estructuras ni de arquitecturas… no se vincula con grandes actrices ni actores, no se relaciona con grandes lugares geográficos… exceptuando San Francisco (donde se diseña) y China (donde se fabrica).

Si el cine como sitio es la estructura para la proyección y su contemplación, el cine como lugar ha sufrido las transformaciones necesarias según el momento social que le ha tocado vivir, habiendo sido a la vez espacios de protección, de descanso y confort, de negocios, de violencia, así como lugar de reconciliación, de confrontación y de conflicto. Espacios para el aprendizaje y también para la desconexión, espacios para el consumismo y el capital pero también para la lucha, la cultura y la conciencia. ¿no son algunas de esas premisas las promesas del cuadrado negro que utiliza Jorge Isla como herramienta? Más seguro, más conectado, más cerca, más operativo.

 

La pantalla negra de nuestros teléfonos es el lugar donde vive la imagen actual. No hace falta recordar el momento en el que vivimos en relación a la producción de imágenes. Más gente produciendo imágenes que consumiéndolas, más personas con herramientas, capacidades y deseos de producir imagen que en ningún momento anterior en la historia. Nunca se han producido tantos bodegones, tantos paisajes ni tantos retratos, pero eso ya lo sabemos. No creo que sea necesario hablar de datos o de números, todo el mundo ya sabe lo que es Instagram, sabe que viene el meta verso y que puedes hacerte rico vendiendo nosesabeque.nft, pero sí que tenemos clara una cosa: la ventana a todas esas cuestiones se suceden en un aparato que cabe en nuestro bolsillo. Es el relevo del vehículo y la automoción. El sueño americano Ford se ha transformado en el deseo de ser la startUp que lance la próxima app que todo el mundo queramos descargarnos. En ese pequeño cuadrado negro caben todas las imágenes. Todas las imágenes antiguas, las contemporáneas y todas las que se están desarrollando. 

 
 

 

Hagamos el pequeño ejercicio de pensar en cuántas imágenes han pasado por la pantalla de nuestro teléfono, de nuestro cuadrado negro. Pensemos, por darle un volumen, cuántos folios necesitamos para imprimir cada imagen que ha vivido en nuestra pantalla, aunque solo sean unos instantes… fotos, vídeos, gifs, memes… cómo sería esa torre de hojas, esa inconmensurable torre de folios… Ahora bien, sumemos a nuestra torre la cantidad de texto leído y escrito… y por qué no, transcribamos las conversaciones y los audios que hemos mandando y sumémoslo a la pila de papel. Bien… cuando vemos uno de esos cuadrados negros de Jorge Isla, construidos a través de la acumulación, no se nos presenta una cuestión únicamente de acumulación de vacio… sino de saturación. Esas pantallas no están rotas, están acabadas. Hagamos el pequeño ejercicio de pensar cómo serían las torres de folios que ocuparían las imágenes y el resto de contenidos que han pasado por las pantallas de uno de esos cuadrados negros de Jorge Isla. Imaginemos la cantidad de imágenes que construyen toda la exposición. Una exposición desarrollada por cuadrados negros en base de millones de imágenes.

 

Si el cuadrado blanco de Sugimoto es fascinante por esa capacidad poética de hacernos pensar en la idea de ver una película en un instante, la idea de que una imagen subida a Instagram tenga la capacidad de reproducirse en cada pantalla que existe en el planeta es aterradora. 6.000 millones de soportes para reproducir esa imagen. No olvidemos que el trabajo de Jorge Isla es el trabajo de un fotógrafo.

 

Un fotógrafo que para hablar de la imagen ha tenido que estrellar el dispositivo fotográfico contra el suelo, ahora sí, poniendo el cuerpo en el centro de la acción. Quizás sea un gesto muy interesante el de tener que presentar esos pequeños cuadrados negros destrozados contra el suelo para hablar de la imagen, ya que, si la presentación fuese a través de pantallas impolutas en sus soportes perfectos, no hablaríamos de imagen sino de deseo, de diseño y de economía. Ahora, con esos cuadrados negros destrozados y acumulados, podemos hablar de escasez de recursos, de materiales, de chips, de covid, del capitalismo mundial con DELAY por un poco de barro en el canal de Suez… Qué fascinante es la capacidad evocadora que tiene una grieta en el lugar preciso, precioso y qué rápido vendrá otra imagen que nos quite esta de la mente.   

Juan Pablo Ordúñez / Mawatres.

 

Jorge Isla (Huesca, 1992) actualmente reside en Bilbao, España.

Desde 2015, su práctica artística se centra en la observación y análisis de la realidad y en los modos de producción y consumo de la sociedad contemporánea. Representa un conjunto de ideas basadas en cuestiones relacionadas con la percepción de la vida cotidiana, metodologías de búsqueda de materiales del contexto cotidiano e inmediato, su recolección, reinterpretación, resignificación, manipulación e intervención como objeto conceptual desde una investigación plástica mediante la combinación de varios medios: la escritura, la creación de imágenes, el video y la instalación, en función de la naturaleza de cada proyecto.

Ha recibido las becas VEGAP 2015, MAPA de la Escuela LENS 2016, Beca de Artes Visuales del Ministerio de Cultura de España en el Collège d'Espagne à Paris (2017), etc. Ha sido seleccionado para participar en la Residencia A Quemarropa (Alicante, 2015), V Encontro de Artistas Novos en S. de Compostela (2015), II Encuentro de Artistas de Castilla y León (Segovia, 2018), residencia de artistas Fundación Bilbaoarte (Bilbao, 2018), Premio Libro de Artista para Jóvenes Creadores de la Fundación Ankaria (2019), Premio de Arte Joven de la Rioja (2019), beca de adquisición de El Brocense (2019), La Térmica (Málaga, 2020), Ayudas para la investigación, creación y producción artísticas del MECD (2021), beca de adquisición Joaquina Zamora (Zaragoza, 2021), Beca de Adquisición Colección UMH (Elche, 2021) y Beca de Producción Fundación Bilbaoarte (2021).

Su obra ha sido expuesta en diferentes muestras individuales y colectivas en la Galería Antonia Puyó (2017 y 2021, Zaragoza), Galeria Presente (2020, Oporto), La Rambleta (2020, Valencia), Museo de Historia Natural de la Universitat de València ( 2018), Photoespaña (2017), XV Bienal de Fotografía de Córdoba (2017), Galería Kir Royal (2017, Madrid), CentroCentro Cibeles (2016, Madrid), Museo Centro del Carmen (2016, Valencia), Fachada Media de Etopia ( 2016, Zaragoza), Museo de Arte Contemporáneo del Vidrio de Alcorcón (2018, Madrid), Matadero (2018, Madrid), Art Lima (2018, Lima), Feria de Arte Invisible (2018, Ámsterdam), Feria de Arte Estampa (2017, 2018 y 2021) Madrid), Photo London Art Fair (2019, Londres), etc.

Además de su práctica, desde 2018 desarrolla su labor como docente en la Universidad San Jorge (Zaragoza, España) y forma parte de Graffiti Removals, el archivo de imágenes de graffiti eliminado más grande del mundo.

 

 

Doreen Ríos

Curadora, investigadora y docente especializada en cultura digital.

https://doreenrios.com
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